¿Por qué asumir riesgos si los puedo evitar?

Cuesta creer que los hijos de la modernidad sostengan prácticas sexuales de riesgo, apelando al factor común más popular entre los más jóvenes: pensar que nada malo les va a pasar, por una simple razón, la condición de ser joven; este tipo de afirmaciones fueron hechas por adolescentes y jóvenes de nuestra ciudad, pertenecientes a los grados superiores de instituciones educativas que participaron de la campaña de prevención y sensibilización realizada durante el año 2016.

Con el apoyo de Global Giving, se llevó a cabo el proyecto “1800 jóvenes sensibilizados hacia el VIH, una esperanza” el cual generó grandes aportes en la vía de la prevención y educación sobre esta infección, aumentando la aceptación de las personas infectadas y aportando a disminuir el estigma social. Durante estos encuentros se propició la reflexión hacia una sexualidad libre, autónoma y responsable, haciendo énfasis en el uso adecuado del condón.

Para nuestra sorpresa, la mayoría de los jóvenes identifican como situación de riesgo “la rumba”, debido al consumo de alcohol y el uso y abuso de sustancias psicoactivas, situación que alerta sobre los peligros y riesgos que asumen en el encuentro con el otro; para la mayoría de los jóvenes, el uso del condón disminuye la sensibilidad, lo que se convierte en un argumento para no exigirlo. Sin embargo, el panorama empeora cuando se evidencian las razones que desde el concepto de amor tienen, ya que algunos deciden no usarlo como un acto o demostración de amor, abandonando el acto de cuidado más importante que es con uno mismo. En estos encuentros se propició la reflexión hacia una sexualidad responsable, haciendo énfasis en el uso adecuado del condón, además, los jóvenes aprendieron sobre el VIH como enfermedad y cómo prevenirla.

La fundación SíFuturo realiza acciones de prevención y educación en instituciones educativas de la ciudad, en su mayoría públicas, con el ánimo de fortalecer el proyecto de educación para la sexualidad y construcción de ciudadanía, cortando la brecha del miedo y la falta de educación.

Por: Caterine Marín