Es una enfermedad infecciosa producida por un parásito llamado Toxoplasma gondii del cual toma el nombre de toxoplasmosis.
La toxoplasmosis es una infección relativamente común en todo el mundo. En Estados Unidos se asume que más de 60 millones de personas están infectadas con este parásito y que uno de cada 1.000 a 10.000 niños nacidos vivos, puede adquirir la toxoplamosis congénita.
El gato se considera el reservorio definitivo para transmitir toxoplasmosis. Este se infecta al comer pájaros, ratones y otros animales. El parásito se elimina en la materia fecal del gato y ésta, contamina a otros animales, el agua, una gran variedad de alimentos como vegetales, y el suelo en general.
Cualquier persona es susceptible de padecer toxoplasmosis, pero son un blanco especial para desarrollar la enfermedad las personas inmunocomprometidas, como aquellas que están infectadas con el VIH, y las mujeres que se infectan durante el embarazo, transmitiéndola a sus bebés.
El 80% de las personas inmunocompetentes no presentan síntomas ni signos. En caso de que estos se presenten, se manifiestan por ganglios crecidos especialmente los del cuello y los de la cabeza; adicionalmente el paciente puede presentar dolores de cabeza, musculares y de garganta, acompañados de brotes en la piel. Puede haber crecimiento del hígado y del bazo. En casos más raros y menos frecuentes puede haber compromiso pulmonar, del hígado, del corazón y de los ojos.
La toxoplasmosis se diagnostica con pruebas de laboratorio, que permiten identificar si una persona está o no infectada con el toxoplasma.
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