El joven portador del virus VIH/SIDA al enfrentarse a un diagnóstico que socialmente ha sido juzgado a partir de un imaginario marcado a través de la historia, genera en él un estado de preocupación a nivel individual que repercute en el relacionamiento familiar y las dinámicas para la inserción social. Al joven descubrirse con el diagnostico, siente que el virus se incursiona en el territorio de su intimidad donde emerge el miedo y la confusión, escudriñándolo y desnudándolo hasta generar en el joven un estado de indefensión que lo expone al juicio social.
Para el joven diagnosticado por el virus VIH/SIDA, ocultar la condición en su contexto social resulta ser más fácil al momento de relacionarse, pues esto permite que ese relacionamiento con su entorno sea natural y tranquilo, evitando que esos vínculos que se generen no estén permeados por estigmas ni juicios. Mantener en secreto su diagnostico posibilita que el joven se sienta en una condición de igualdad en las dinámicas de interacción con el otro y previene que sea señalado por su condición o de lo contrario haya una ruptura en la relación.
Sin embargo hay quienes deciden comunicar su diagnostico como un acto de responsabilidad y amor hacia la persona con la que mantiene una relación afectiva, evitando colocarla en riesgo y generando un vinculo desde la confianza y transparencia. Comunicar el diagnostico también es común hacerlo con los integrantes del núcleo familiar para obtener un apoyo y acompañamiento de los seres queridos.
Uno de los agentes de socialización que para el joven portador se torna más fluido es el relacionamiento con jóvenes diagnosticados, puesto que ese encuentro entre pares permite que el joven se sienta más identificado, acogido, aceptado y entendido; gracias a esto el joven podrá tener una relación con las demás personas de su entorno desde la seguridad y libre de miedos. Para el encuentro de ese tipo de relaciones, el joven se acerca a instituciones que trabajen con población portadora del virus y allí podrá tener encuentros con sus pares, en donde podrán acceder a información que les permite transformar su pensamiento frente a los tabúes que se presentan socialmente del virus, el autocuidado que deben tener para llevar una vida libre de riesgo y las prácticas para tener un estilo de vida saludable.
La familia como sistema vital de cualquier individuo, es la institución primaria para el desarrollo del joven; muchas de las relaciones entre familia y joven portador se caracterizan por la unión y acompañamiento brindado de sus integrantes, esto permite que se desarrolle en el joven habilidades que fortalecen la capacidad de enfrentarse a la socialización de una manera más segura y puedan sobrellevar desde la responsabilidad y el compromiso la toma del medicamento para que el tratamiento antirretroviral sea efectivo y no hayan repercusiones negativas en su salud.
Muchos de los jóvenes afectados por el virus VIH/SIDA desarrollan con más facilidad el respeto por la diferencia (raza, género y clase social) y saberse en una condición diferente, permite que desarrollen con más facilidad la comprensión, la solidaridad y el respeto por el otro en los diversos agentes de socialización.