A pesar de que no existe cura para la infección por el VIH, la terapia antiviral ha mejorado la expectativa y la calidad de vida de una persona infectada en forma considerable. En los inicios de esta epidemia en los años 80, el deterioro de la salud y la muerte eran básicamente la única expectativa de las personas infectadas y de sus familias. En las etapas iniciales, la expectativa de vida de una persona a la que se le diagnosticada la infección no superaba los 2 años, periodo que se ha ido incrementando ha medida que han ido apareciendo los distintos medicamentos antirretrovirales.
Hasta el momento se han desarrollado más de 20 medicamentos que pueden ser combinados en esquemas de tratamiento que facilitan su ingesta. Al inhibir la replicación del virus en forma eficiente y facilitar la restauración del sistema inmune, las personas que tienen buena adherencia al tratamiento pueden conservar un estado de salud bueno durante periodos de tiempo que eran impensables años atrás. Es por esto que hoy en día la infección por el VIH es considerada una enfermedad crónica controlable. Las personas infectadas con buena adherencia y respuesta al tratamiento pueden aspirar a tener una vida prolongada, incluso hasta la tercera edad.