Lo más importante para el éxito del tratamiento es la adherencia, es decir que el paciente cumpla con todas las tomas indicadas y en los horarios establecidos. La adherencia completa al tratamiento evita crear resistencia a los fármacos y posibilita que estos puedan ser utilizados por muchos años.
Se ha estudiado en los últimos años el beneficio de un comienzo temprano del tratamiento para reducir la carga viral a indetectable y minimizar así las posibilidades de transmisión del virus. Sin embargo, en la práctica el momento de inicio de la terapia sigue siendo variable en los distintos programas de atención, con la tendencia de que cada vez se inicia más temprano.
La guía colombiana aún vigente indica iniciar tratamiento cuando el recuento de linfocitos T CD4+ es menor a 250 células /uL de sangre; sin embargo, esta guía está siendo reevaluada y la gran mayoría de los programas inician tratamiento con niveles de linfocitos T CD4+ muy superiores a esta cifra. La decisión o no del inicio del tratamiento también se ve influenciada por el valor de la carga viral, la edad del paciente, la presencia o no de confecciones como las causadas por los virus de la hepatitis B y hepatitis C, entre muchos otros factores que resaltan la importancia de individualizar esta decisión.
En cualquier caso este proceso necesita de un acompañamiento estricto, que requiere consejería por parte de personal experto en el tema y capaz de adecuar la terapia de acuerdo a las necesidades específicas y al estilo de vida del paciente.