Gracias a los avances científicos de los últimos años, el SIDA dejó de ser una enfermedad mortal y pasó a ser una infección crónica controlable con medicamentos. Para el éxito de la terapia se enfrentan diferentes barreras, destacándose la necesidad de hacer un diagnóstico precoz, la aceptación de la enfermedad, un alto nivel de adherencia o cumplimiento a la terapia y las diferentes medidas preventivas. Por esto se requiere un tratamiento integral que contempla además de la terapia antiviral, educación, apoyo psicosocial y nutricional.
Sin embargo, nos vamos a referir al tratamiento farmacológico. Existen diferentes tipos de medicamentos para el control de la infección por el VIH, los cuales atacan diferentes etapas del ciclo de replicación viral (proceso que utiliza el virus para reproducirse). Como el VIH cambia muy fácilmente, los pacientes deben tomar una combinación de fármacos para lograr la máxima supresión del VIH y evitar que el virus se vuelva resistente. El uso combinado de estos medicamentos se conoce como terapia antirretroviral altamente activa o TARAA. La TARAA, cambia el curso natural de la infección por el VIH y ha aumentado la expectativa y calidad de vida de los pacientes infectados de una manera muy significativa. Sin embargo, es importante resaltar que aunque ejerce un control de la replicación del virus aún no existe una cura para esta infección.
Los medicamentos actualmente disponibles se dividen en cinco familias: i) inhibidores de la proteasa; ii) inhibidores de la transcriptasa reversa análogos de nucleósidos; iii) inhibidores de la transcriptasa reversa no análogos de nucleósidos; iv) inhibidores de la integrasa y v) inhibidores de la entrada o fusión. Las cuatro primeras familias bloquean la acción e enzimas virales que necesita el virus para reproducirse y la última familia bloquea la entrada del virus a la célula en la cual se reproduce.