La Declaración Universal de los Derechos Sexuales se hizo en Valencia, España dentro del XIII Congreso Mundial de Sexología, en 1997, basados en las siguientes premisas:
La sexualidad es una parte integral de la personalidad de todo ser humano.
Su desarrollo pleno depende de la satisfacción de las necesidades humanas básicas como el deseo de contacto, intimidad, expresión emocional, placer, ternura y amor.
La sexualidad es construida a través de la interacción entre el individuo y las estructuras sociales.
El desarrollo pleno de la sexualidad es esencial para el bienestar individual, interpersonal y social.
Los derechos sexuales son derechos humanos universales basados en la libertad inherente, dignidad e igualdad para todos los seres humanos.
Dado que la salud es un derecho humano fundamental, la salud sexual debe ser un derecho humano básico.
Para asegurarnos que los seres humanos de las sociedades desarrollen una sexualidad saludable, los derechos sexuales deben ser reconocidos, promovidos, respetados y defendidos por todas las sociedades de todas las maneras.